Cultura física

Culturismo de antes. Actividad física y Vida saludable.
Y otras cosas por el estilo...

Imperdible en este blog, y de especial interés para los lectores de Argentina, una pequeña historia sobre los 'patovicas':
Parte 1: Introducción (a modo de cuento, sobre 'Patos' y 'Pingüinos')
Parte 2: Continuación (en tono humorístico)
Parte 3: Recopilación de testimonios varios disponibles en la WEB (la cosa se pone seria)
Parte 4: Entra en escena Rubén Peucelle
Parte 5: Un paseo por los balnearios de Olivos (¡Otra que Muscle Beach!)
Parte 6: La casilla de Olivos
Parte 7: Reflexiones finales (de la pluma de Francisco Loiácono)

Extra: Los patos de Don Víctor Casterán, fundador de la granja de los legendarios "Patos VICCAS"

NOTA: este es un blog ancho y eso podría dificultar la lectura. Es posible copiar y pegar en un archivo de texto, para facilitar un poco las cosas.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Los patos de Don Víctor Casterán

Esta interesantísima historia proviene de la web de la Asociación Civil Barrio Los Naranjos http://www.barriolosnaranjos.org.ar/victorcasteran.html
Me tomo la licencia de reproducirla aquí:

Víctor Casterán y los mundialmente famosos "patos viccas" de Maschwitz

En el barrio “Los Ñanduces” se eleva la estructura, plena de gracia y elegancia, conocida localmente como La casona o el Castillo de Pueyrredón. Siendo vecino cercano, paso frente a él a diario y confieso que siempre me da la impresión de una imagen propia de una etiqueta de vino fino europeo, al que sólo le faltan las orlas y relieves para completar la ilusión. Alrededor del castillo se entretejen historias y anécdotas que, justamente como los vinos finos, ganan en espíritu y sabor con el paso de los años.En esta nota destapo la botella y dejo fluir la historia de una época en especial del castillo. La de Víctor Casterán y su imperio de los Patos Viccas.En los años 30, compra la casa Víctor Casterán, un empresario dinámico y emprendedor que, entre otras muchas actividades, importaba productos tan dispares como azúcar y tractores.Un buen día Casterán tuvo la feliz iniciativa de criar unos patos. Al principio no fue más que un mero pasatiempo, un hobby en el que desarrolló un pato de magníficas cualidades nada más que para el consumo casero y para satisfacer sus apetencias culinarias. Sin embargo, con el correr del tiempo, ese emprendimento creció y creció hasta canvertirse en el establecimiento de su tipo más grande de Sud América y ciertamente uno de los más famosos del mundo entero. Los Patos Viccas, cuya marca deriva de Víctor Casterán se impusieron no sólo en el mercado local sino también en los más importantes y sofisticados del mundo. Eran famosos por la abundancia, contextura, digestibilidad y sabor de su carne. Su “doble pechuga" iba a convertirse en una característica invariable y apetecida. Fué justamente esa característica que hizo que se denominaran popularmente a generaciones de fisicoculturistas con el apodo de "Patos Viccas", por la manera en que desarrollaban pecho y músculo con pesas y ejercicios.
La Granja Patos Viccas se extendía desde la Ruta 26 al arroyo Escobar, entre la calle Los Ñandúes y Echeverría. El ingreso al establecimiento se efectuaba por la Ruta 26 (pavimentada desde la antigua Ruta 9 hasta la entrada). Dicho ingreso estaba flanqueado por 2 pilares rematados con grandes bochas redondas de piedra (hoy queda en pie un pilar sin la bocha).Sobre el camino de entrada, hoy Los Ñanduces, se encontraba la balanza, luego llegando a la esquina (actualmente calle Monteagudo) se ubicaban las oficinas, a continuación hacia la izquierda el depósito de productos (patos envasados, paté, pato en escabeche, etc.). Más allá estaban el molino, los galpones “madre", después el matadero, el frigorífico con capacidad para 12.000 patos, y finalmente los alojamientos del personal.En el arroyo Escobar se construyeron compuertas (restos de las cuales se pueden reconocer hoy en día) con una separación de más de 400 mts. que permitían elevar y regular el nivel del arroyo. Este amplio espejo de agua era el hábitat de una enorme cantidad de patas ponedoras. A los costados había plantaciones de limones, naranjos y pomelos, árboles que además de proveer frutas, servían de reparo a los patos cuando salían del agua.Su cuantiosa producción de huevos era recogida y colocada en incubadoras, dispuestas en un galpón de unos 50 x 40 mts., con una capacidad para 50.000 huevos. Una vez nacidos los patitos eran llevados a los “galpones madre”. Alimentados a suero de leche, leche y cereales. A las 8 semanas los patos Viccas estaban listos para el mercado. El guano que producían era muy solicitado por poseer altos valores fertilizantes debido a la calidad de los alimentos con que se engordaba a los pichones. Se almacenaba en grandes tolvas que descargaban sobre camiones que venían a buscar el producto.Mariano Pahor quien nos relata con precisión y lujo de detalles lo comentado anteriormente, vivió y trabajó en la granja. Su madre María Blanca, fue ia cocinera de Víctor Casterán y su padre Francisco hacía de mayordomo. Mariano guarda muy gratos recuerdos de aquellos años y en especial del que fuera su patrón Don Víctor.A Mariano le tocaba hacer lo repartos de las patos a los principales hoteles y restaurantes de la Capital y alrededores. Una gran cantidad de patitos recién nacidos eran exportados en cajas, vía Pan Am a Estados Unidos y otros países. Los pichones podían sobrevivir sin agua ni alimento los 3 días que demoraba su entrega gracias al cascarón del huevo que consumían para abrir su salida al nacer. Este cascarón resultaba alimento suficiente para la duración del viaje.La Granja Patos Viccas llegó a emplear 85 personas más otra cantidad adicional en las explotaciones agrícolas aledañas, e indusive en un criadero de pollos que impresionaría como de una envergadura considerable, si es que no se lo comparaba con el de los patos.Del otro lado de la Ruta 26 se extendía la plantación de naranjos cuyos frutos eran de tamaño y sabor realmente sobresalientes. Esta plantación habría de dar el nombre al Barrio Los Naranjos.Con el crecimiento y la fama adquirida por "Patos Viccas" se multiplicaban las visitas a la granja de dignatarios, políticos y artistas (el "Jet Set’ de aquella época digamos, salvando el detalle que aún no volaban los "Jets”). Niní Marshall la gran diva del cine cómico, era una visita frecuente.Sofía y Olinda Bozán venían regularmente. El Príncipe de Gales, cuando pasó por la Argentina, estuvo en la granja. Edelmiro J. Farrel, siendo Presidente de la Nación visitó la casa. Por razones de seguridad, o por algún otro motivo sobre el que sólo podemos conjeturar, Farrel se encontraba en lo de Casterán pero "oficialmente" navegaba a bordo del yate presidencial Tecuara.Ricardo Fisch hijo del Dr. Ricardo Fisch, amigo de Víctor Casterán, recuerda de niño escuchar a su padre (que hablaba francés) actuar como intérprete de la famosa Josefine Baker para el dueño de casa.Una de las visitas más conspicuas y extravagantes era nada menos que el mismísimo Marajá de Kapurtala que arrivaba con todo su séquito compuesto por sirvientes, secretaria, mayordomo, cocinero e inclusive un “probador" que debía correr el riesgo de degustar los alimentos que luego se le habrían de servir al Marajá. También traía alimentos y especias exóticas en gran abundancia.Sólo nos podemos imaginar las comidas exquisitas que se prepararían con patos especialmente seleccionados con el agregado de curries y salsas hindúes en manos de la creatividad culinaria conjunta del cocinero del Marajá y doña María Blanca.Casterán, de nacionalidad uruguayo, había quedado huérfano de muy joven. A los 12 años embarcó en Montevideo como polizón en un carguero con destino a los Estados Unidos.En relación a esta época, Ricardo Fisch hijo nos relata otra anécdota, tan pintoresca como de hondo significado: En el castillo nunca jamás se servían bananas.El motivo estaba íntimamente arraigado en esa época de la juventud de Víctor en que anduvo deambulando por Nueva York pobre y sin trabajo.En esas circunstancias solía encaminarse hacia el puerto donde recogía y comía los deshechos de las bananas qua descargaban los barcos.De esta manera logró sobrevivir para que posteriormente, como en las películas, su destino se revertiera en forma espectacular. No obstante, el recuerdo de aquella época de penurias lo afectó profundamente.De allí su aversión por las bananas y la orden de no servirlas.Angelita Pahor, la hermana de Mariano, también vivía con su familia en la granja. Nos relata que se sentaba a la mesa con Casterán y sus invitados, aunque concluída la comida iba a la cocina a lavar los platos. Al igual que su hermano, recuerda a Don Víctor como "una gran persona".Agrega que su patrón fue dueño del Tabaris, el inolvidable reducto de la noche porteña. También tenía caballos de carrera y fue uno de los fundadores de Pinamar.Casterán y el Dr. Fisch tenían en condominio unos terrenos que en el año 1940 donaron al Automóvil Club Argentino.El A.C.A. construyó sus instalaciones sobre la vieja Ruta 9. Luego con el advenimiento de la Panamericana demolieron y volvieron a construir en su ubicación actual, siempre dentro de los mismos terrenos.Casterán tenía el Restaurante “Parador Viccas”, ubicado donde hoy está la "Colectora Oeste” unos 100 mts. al sur del A.C.A. El acceso era por la antigua ruta 9.Por supuesto, los platos preferidos eran los Patos Viccas en una extensa carta de alternativas.La fama del Restaurante trascendió mucho más allá de los límites de Maschwitz.La edificación que tenía techo de paja, un día en los años 40, se incendió, cerrando por esta razón definitivamente.Con la muerte de Víctor Casterán, el 18 de Diciembre de 1943, la granja se traslada a las orillas del río Luján.
Revista Maschwitz

Luego, hay otra historia muy similar a esta y que puede leerse aquí: en el sitio de Internet de la "Asociación Civil Barrio Los Ñanduces" , donde se refiere a la historia del barrio, y a la Granja VICCAS.

Este es el logo de la granja de los patos "VICCAS", de Víctor Casterán.

viernes, 7 de noviembre de 2008

¡Ohhh!... ¡Los Patovicas! - (parte 7 y última)

(Continuación de la parte 6)

Para la séptima y última parte de esta historia, presento una reflexión de Francisco Loiácono extraída de la revista "Vigor y Destreza", mayo de 1954.-

Estos son los pensamientos que me han sugerido las visitas realizadas a la famosa "cueva", ubicada en Malaver y Bartolomé Cruz, y al "camarín" del Parque Avellaneda. (Francisco Loiácono - editor de la revista)





Mapa señalando la ubicación de "la casilla" o "la cueva" en la intersección de Malaver y Bartolomé Cruz; entre la Residencia Presidencial y la costa de Olivos.















NIETOS DE ZEUS

EL afán de perfección mueve al hombre hacia las más grandes empresas, no importa cuál sea la disciplina que le haya conquistado. Es su ley moral quien le obliga, ley profunda e indestructible, que lo único que pide es una respetable cuota de idealismo. El motivo que invita a luchar a las generaciones sucesoras. En lo político, ningún pueblo en decadencia pudo arrollar a su juventud. El deporte también conoció su esfuerzo desinteresado y sincero. El materialismo, que en grado sumo inhibe y sepulta, fue el que en diferentes épocas preparó el terreno decadente de cualquier empresa físico-educacional. Probablemente es el profesionalismo el estado intermedio de cosas: el "amateurismo marrón" el primero, y el tongo el extremo, ilícito y denigrante. Esta modalidad, la primera sobre todo, tuvo su origen en tiempos de la Roma clásica, principalmente en el círculo de los gladiadores, compuesto en su mayoría por esclavos y presidiarios, que buscaban el perdón y la libertad por intermedio de la fama deportiva. Sucesores de las glorias helenas, no supieron mantener la fuerza de aquellos ideales. Roma pasa a la historia como paradigma del deporte en decadencia.

Hoy, el polvo acumulado a través de tantos siglos, ha servido de abono al crecimiento vigoroso de esa mandrágora. Las cualidades de cualquier deporte se valoran por el dinero que su actividad rinde, alejándonos de aquellas palabras que bien podrían ser tenidas como axioma: "Es deporte toda función desinteresada, noble e higiénica, cuyos fines consisten en dar esparcimiento al espíritu, a la vez que energía a la voluntad y belleza pujante al cuerpo". Lejos, sin duda, están la mayoría de los deportistas de hoy de filosofar unos instantes sobre estas palabras. El intrincado mecanismo comercial que significan ciertas especialidades deportivas en muchos países, pone en juego raros engranajes para enmudecer una boca que no por indiscreta deja de ser valedera. Al contrario.
A veces me pregunto si quien vive del deporte (excluyamos convenientemente a los profesores) con el título de futbolista, boxeador, luchador, etc., puede ser considerado deportista; y si es así, qué se entiende por deporte en esta segunda mitad del siglo veinte. Todos, sin duda, estarán de acuerdo conmigo en afirmar que si muchos deportes que se practican en nuestro país no son populares, es por el simple hecho de no ofrecer a sus expensas, a quienes los practican, ningún futuro económicamente sólido. Por supuesto que para alcanzar este fin, no interesa que vaya en ello algo más allá de la salud... De todo lo cual podemos deducir fácilmente que en esas actividades rotuladas como impopulares —o de afecto popular escaso— puede encontrarse el deporte completo, si es que realmente existe deporte incompleto.
Las pesas entran indefectiblemente en la categoría de "poco populares". Hace tres años su práctica alcanzaba a un reducido sector de nuestra juventud. Después entró en una faz ascendente de la que no habría de retroceder jamás. Es que se fueron conociendo aspectos insospechados de ese deporte, que a tantos acobardaba. Ya no hace falta probar con aquella masa incómoda de kilos. Ahora se habla, con frecuencia, de sistemas, planes para novicios, para avanzados, series, repeticiones, etcétera. El vocabulario del pesista argentino se ha enriquecido enormemente. Puede sentirse orgulloso del conocimiento de uno de los pocos sistemas gimnásticos que llevan con tanto acierto el nombre de "gimnasia constructiva". Las pesas, la lucha y el judo, tres deportes que podríanse incluir en una frase común: "atlética pesada", no dan dinero, ni prometen, a quien a sus prácticas se entrega. Pero en cambio ofrece lo que para muchos vale más que cualquier dádiva: Vigor y destreza. Las verdaderas palabras del poeta latino Juvenal, sintetizan y encauzan los anhelos de cualquier deportista: "Al elevar tus plegarias al cielo, no pidas honores y riquezas, sino una mente sana en un cuerpo sano".
En Buenos Aires, en dos lugares muy conocidos, se han erigido sendos templos en honor de la perfección física. Para ello, sus cultores han debido luchar contra las formas ortodoxas de encarar este capítulo de la educación deportiva. Lucharon y triunfaron, y seguirán triunfando por el bien de la juventud de nuestra patria. La belleza física y espiritual es su meta. Ideal sublime que sólo puede albergar una juventud anhelosa y estoica como la que allí encontramos.
Estos son los pensamientos que me han sugerido las visitas realizadas a la famosa "cueva", ubicada en Malaver y Bartolomé Cruz, y al "camarín" del Parque Avellaneda. Hemos visto en todo su esplendor a los dignos nietos de Zeus. La paleta polícroma de algún artista nos está pintando el futuro con tonalidades cada vez más bellas. -Francisco Loiácono-






















FIN

jueves, 6 de noviembre de 2008

¡Ohhh!... ¡Los Patovicas! - (parte 6)

(Continuación de la parte 5)

Resumiendo lo dicho hasta este momento:

De la parte 3:
"Recuerdo que por los años 40 se paseaba por Playa Grande un fisicoculturista, que sacando pecho y luciendo su tórax y musculatura, caminaba por la costa. Algunos jóvenes de esa época lo bautizamos "patovica" por su andar, similar a los patos que criaba el señor Casterán." (carta de Vicente L. Casares al diario "La Nación")

De la parte 4:
...El Ancho (Rubén Peucelle) por esa época tenía 20 años. Ahora, en su casa ribereña de Olivos, deja el mate sobre la mesa, levanta su enorme brazo derecho y señala hacia adelante:
“Ahí enfrente estaba la playa El Ancla y, cuando nosotros nos instalamos, se empezó a llamar la playa de los patovicas”.

De la parte 5:
...nuestros jóvenes fisicoculturistas han decidido hacer de un pedazo de la costa perteneciente a Olivos su playa predilecta.
Tuvo origen dicha iniciativa hace muchos años, cuando Elvidio Flamini, integrante hoy del trío acrobático Les Hercles, y por aquel tiempo el mejor luchador peso pluma argentino, decidió alquilar una de las tantas casillas que abundan por ese lugar, e instaló un pequeño gimnasio, tanto como para que él y alguno de sus amigos no tuvieran dificultades para entrenarse en cualquier hora del día, puesto que el criterio existente en ese entonces (y aún hoy) en aquellas instituciones que cuentan con material y hasta entrenador, les dificultaba una preparación correcta, de acuerdo con los conceptos modernos que ya comenzaban a conocerse. Pero al poco tiempo se les unió al primitivo grupo una mayor cantidad de muchachos jóvenes, y también algunos pequeños que querían llegar a ser "como esos tarzanes que veían". Más tarde la fama de la "casilla" se habla extendido como un huracán...
...un detalle importante: la casilla es de madera y tiene dos pisos; y es a su vez, cocina, dormitorio, sala de estar, salón comedor y gimnasio, sobre todo gimnasio, donde no falta nada ni sobra nada, a pesar de las numerosas piezas sueltas y aparentemente sin finalidad que podamos encontrar.
( Fragmentos de una nota en la revista “Muscle Power en Español” , volumen I, número 8. Abril, 1956. Artículo escrito por el señor Francisco Loiácono –editor de dicha revista en la Argentina- Ver la parte 5 de este relato para mayores detalles)

Entonces, por todos los testimonios reunidos hasta aquí, llegamos a lo siguiente:
Elvidio Flamini "por aquel tiempo el mejor luchador peso pluma argentino" (años 40), y años más tarde "integrante del trío acrobático Les Hercles", decidió instalar su propio gimnasio, para entrenar de la mejor manera posible (según los parámetros de la época). Para ello alquiló una casilla en la zona costera de la localidad de Olivos. Dicha casilla estaba ubicada en la intersección de las calles Malaver y Bartolomé Cruz, justo detrás de la quinta presidencial de Olivos. La "casilla" se transformó en gimnasio; pero era también una especie de hogar, donde una pequeña sociedad fisicoculturista -por llamarla de alguna manera- se reunía para dedicarse a su hobby favorito. La participación de varios amigos permitía cubrir entre todos el alquiler y los gastos del lugar -además de las pesas y otros elementos-, de modo similar a lo que hoy es la cuota de cualquier gimnasio. Pero los precursores del físicoculturismo no tenían un gimnasio con todas las comodidades. Sin embargo la fama del lugar y sus pintorescos personajes se propagó por todo Buenos Aires.

Elvidio Flamini, y la lucha grecorromana... la necesidad de músculos fuertes y ágiles para la lucha grecorromana... el entrenamiento con pesas para lograr ese objetivo... una casilla en la playa de Olivos... jóvenes que se unieron a esa "troupe", como Rubén Peucelle... los "Titanes en el Ring" de Martín Karadagian, que aparecieron años más tarde...

A propósito ¿quién era Elvidio Flamini?

Si buscamos en Wikipedia "Argentina en los Juegos Olímpicos de Londres 1948" (Aquella en la que Delfo Cabrera ganara la medalla de oro al correr en la maratón), encontramos lo siguiente:

La lucha grecorromana aportó tres diplomas:
Francisco Núñez fue 4º cuarto en la categoría hasta 58 kg.
Elvidio Flamini salió 5º en la categoría hasta 57 kg.
Eladio Oscar Herrera salió 5º en la categoría 67 kg.


Se justifica entonces que un atleta olímpico como Elvidio Flamini quisiera tener su propio gimnasio y entrenar de la mejor manera.

Aquí está Elvidio Flamini:
























Aquí se lo ve, en el centro, con el trío acrobático "Les Hercles"
Eliseo Panza, a la derecha de la fotografía, fue el primer "Míster Agentina", en 1956.
No tengo datos de Carlos Mesa.
(Foto de "Vigor y Destreza", año 1, número 1. 1953)




















Finalmente, esta es una imagen de la famosa casilla de Malaver y Bartolomé Cruz (Olivos), que aparentemente fue el primer gimnasio de fisicoculturismo en la historia de la República Argentina, el lugar donde "nacieron" los atletas que luego fueran apodados "patovicas".
















La misma imagen de la casilla o la cueva, pero con la descripción de la revista "Vigor y Destreza" (1953).
"Esta es la famosa casilla, ubicada en Malaver y Bmé. Cruz. Aquí muchos jóvenes enclenques encontraron una salud insospechada"













Aparentemente hubo otro gimnasio pionero conocido como "el camarín", en el Parque Avellaneda, pero no tengo datos ciertos.

(Continúa y concluye en la parte 7)

¡Ohhh!... ¡Los Patovicas! - (parte 5)

(Continuación de la parte 4)
A estas alturas no respondí el interrogante planteado en "¡Ohhh!... ¡Los Patovicas! - (parte 1)". ¿De dónde salieron los patovicas?

Antes de revelarlo, vamos a hacer un viaje en el tiempo. Vamos al balneario "El Ancla", en Olivos. Año 1956.

OLIVOS, OTRA PLAYA DEL MÚSCULO
(Revista “Muscle Power en Español” , volumen I, número 8. Abril, 1956)

Bañada por el anchuroso Río de la Plata y adornada por una pléyade cada vez más numerosa de culturistas, esta popular playa argentina va adquiriendo poco a poco una fisonomía particular.

Por Francisco Loiácono – Editor de Muscle Power en la Argentina – Fotos de William Fredes

Los habitantes de la ciudad de Buenos Aires acostumbran a pasar sus fines de semana yendo a la costa de la misma ciudad o bien de sus alrededores, aunque también hay quienes se internan y frecuentan las numerosas y gigantescas piscinas de agua salada (algunas de ellas de casi ciento cincuenta metros de largo).
De modo que no le falta a la gente moza de este país algún lugar donde embriagarse de sol, aire y agua, a pocos pasos de su casa y por muy poco dinero.
Hacia el norte de la ciudad, lindando con ella, se halla ubicado el puerto de Olivos, que las cartas geográficas de hace algunos años dicen que pertenece a la provincia de Buenos Aires; pero que hoy ya no es así, pues la ciudad se ha extendido tanto, que se le llama ahora a toda esa amplia zona que bordea la Capital Federal: Gran Buenos Aires. La ciudad ya resulta pequeña para albergar a 3.500.000 de habitantes.
El Río de la Plata, el más ancho del mundo, ofrece un fenómeno curioso. Sus aguas al bañar la costa uruguaya son límpidas; y al llegar a la argentina no tienen un aspecto muy agradable que digamos. Es que allá, en aquel país, el efecto de esa enorme masa líquida es de erosión, y aquí, en Buenos Aires, poco menos que de acumulación; es decir que todo lo que arrastra desde la orilla uruguaya viene a acumularse en la Argentina. Por eso es que el agua parece sucia, y poco recomendable para soñar con el mar, y todas sus delicias.
Pero, según el dicho, "a falta de pan buenas son tortas", y nuestros jóvenes fisicoculturistas han decidido hacer de un pedazo de la costa perteneciente a Olivos su playa predilecta.
Tuvo origen dicha iniciativa hace muchos años, cuando Elvidio Flamini, integrante hoy del trío acrobático Les Hercles, y por aquel tiempo el mejor luchador peso pluma argentino, decidió alquilar una de las tantas casillas que abundan por ese lugar, e instaló un pequeño gimnasio, tanto como para que él y alguno de sus amigos no tuvieran dificultades para entrenarse en cualquier hora del día, puesto que el criterio existente en ese entonces (y aún hoy) en aquellas instituciones que cuentan con material y hasta entrenador, les dificultaba una preparación correcta, de acuerdo con los conceptos modernos que ya comenzaban a conocerse. Pero al poco tiempo se les unió al primitivo grupo una mayor cantidad de muchachos jóvenes, y también algunos pequeños que querían llegar a ser "como esos tarzanes que veían".
Más tarde la fama de la "casilla" se habla extendido como un huracán, y si Flamini no frena el torrente, éste es el momento en que estuviéramos hablando de ella como un recuerdo bohemio, de esos que pasan por esta tierra signados por un destino constructivo.
SI usted algún día frecuenta la playa de Olivos, y decide visitar al padre de los gimnasios argentinos, le aconsejo que no lleve saco. Porque puede darse el caso que el calor lo agobie y decida sacárselo, y al rato, incomodado por la prenda, se disponga a colgarla de uno de los tantos clavos que caprichosamente parecen adornar su interior, y alguien lo invite luego a sacarlo de allí, pues de ese clavo, precisamente, es de donde se va a tomar un gancho que pasa por aquella arandela, y luego por aquel aro que está en el piso. En definitiva, el culturista que le solicitó que descuelgue su saco, es alguien que se dispuso a utilizar una de las piezas fundamentales del gimnasio, de la "casilla", de "la cueva" —para muchos—, o como se la quiera llamar, porque lo cierto es una cosa que intriga: Cómo ha durado tanto tiempo en pie? ¿Cómo es posible que todos esos armatostes no hayan aflojado sus cimientos? Creo que me olvidé de dar a conocer un detalle importante: la casilla es de madera y tiene dos pisos; y es a su vez, cocina, dormitorio, sala de estar, salón comedor y gimnasio, sobre todo gimnasio, donde no falta nada ni sobra nada, a pesar de las numerosas piezas sueltas y aparentemente sin finalidad que podamos encontrar.
En esta forma ha nacido un centro fisicoculturista tipo. Las perspectivas hablan de inquietudes semejantes en Mar del Plata y los lugares de la costa atlántica de mayor acceso. Por lo pronto la semilla ya ha sido echada. Si tardó tanto tiempo en fecundar fue sólo por el terreno.


"Una figura plástica que sirve a muchos para ir poniéndose a punto. Algunos de los culturistas que frecuentan la playa de Olivos actúan en los teatros y la televisión".
Quien se encuentra de pie sosteniendo a los otros dos culturistas es Peucelle. En la página de abajo a la izquierda, una fotografía lleva al pie el siguiente epígrafe: "Carlos Poucelle parece estar destinado a ser físicamente el Clarence Ross argentino. Se le conoce con el pseudónimo de "El Ancho". ¿Significativo, no?"
Este "Poucelle" es un error de imprenta para "Peucelle", se trata efectivamente del queridísimo ancho Rubén Peucelle -ver parte 4 de este relato- (Click en las imágenes para ampliar)




































Una imagen de los legendarios patovicas de Olivos:



"Saliendo del agua, estos jóvenes se dirigen a la famosa "casilla", la pionera de los futuros gimnasios que ya proliferan en Buenos Aires".



(continúa en la parte 6)

miércoles, 5 de noviembre de 2008

¡Ohhh!... ¡Los Patovicas! - (parte 4)

(Continuación de la parte 3)
Un día salió a la luz esta historia contada por uno de sus protagonistas:



Leer la historia en Clarín: click aquí

Ancho de cuando anchos eran los bifes de chorizo (...) Después, ancho era decir Rubén Peucelle. Ahora, en Olivos, donde vive, le preguntás qué pasaría si Titanes en el ring empezara hoy. Qué personaje sería, si sería el Ancho, y Peucelle, un tórax que ni Superman, las manos grandes como dos camas matrimoniales, se ríe y piensa... "¿Hoy? —dice—, hoy sería El Patovica. Yo fui el primer patovica. Con tres o cuatro amigos fuimos los primeros patovicas de la Argentina. Y te estoy hablando de los años '52, '53. Ibamos a la playita de acá nomás y nos venían a ver especialmente".

Eran como integrantes de un circo de fenómenos. "Raros éramos, sí; nos veían como platos voladores. Venían muchos gays a la playita en esa época. Yo era medio sex symbol. Pedrito Rico venía mucho." ¿Y? "Nada, buena gente, delicados, pero muy respetuosos. Imaginate: nosotros éramos intocables..."

Rubén, cuando levantaste la primera pesa, ¿tu sueño era ser el guardaespaldas de quién?

Guardaespaldas no. Hacíamos gimnasia para el desarrollo de cada músculo. Estábamos imponiendo una moda, nos sentíamos pioneros, fundadores.

(Del diario Clarín)





Aquí hay otro artículo interesante en el que entrevistan a Rubén Peucelle. Está en el sitio del diario Página 12 : Click Aquí

Sin música de fondo, sin un ring rodeado de chicos, se presenta uno de los titanes más famosos: “Yo soy Rubén Peucelle”, dice mientras toma mate en una mesa de madera, afuera de su colorida casilla en Olivos, donde aún se entrena con las pesas y poleas que utilizó en su juventud. Enfrente está el Círculo Naval y más allá, el río. “Acá nació el fisicoculturismo –cuenta Peucelle–. A principios del ‘50 vine acá con un grupo de atletas: había remeros, acróbatas, boxeadores y luchadores, éramos como veinte”, dice quien primero fue “Hércules”, en el programa “Lucha libre”, en 1962, y luego “El Ancho”, en “Titanes en el ring”, un año después.
–¿Por que se los empezó a llamar patovicas? –le preguntó Página/12.
–En el ‘50 había en Campana un criadero de patos y pavos que se llamaba “Patos Vicca”, por el apellido de su dueño. Los alimentaban con leche para que su carne no fuera tan dura; eran enormes, parecía que tenían músculos. Como nosotros éramos fisicoculturistas, la gente empezó a decir que tomábamos leche para desarrollarnos: así nos empezaron a llamar patovicas.
El Ancho por esa época tenía 20 años. Ahora, en su casa ribereña de Olivos, deja el mate sobre la mesa, levanta su enorme brazo derecho y señala hacia adelante: “Ahí enfrente estaba la playa El Ancla y, cuando nosotros nos instalamos, se empezó a llamar la playa de los patovicas”.

(diario "Página 12", el link que está más arriba)

(continúa en la parte 5)

¡Ohhh!... ¡Los Patovicas! - (parte 3)

(Continuación de la parte 2)
Hubo quienes no creyeron que esta historia de los patos fuese verídica. Y estaban en lo cierto, pues no se trataba de patos, sino de personas. Como usted. Y como yo. Estas personas enviaron cartas a los diarios más importantes del país. Aquí reproduzco algunas de esas cartas; y al final esbozo una conclusión en base al contenido de estas cartas:

Patos Viccas
Señor Director:
"Para lo que continúa -en mi caso- no se hace preciso erudición alguna ni siquiera recurrir a buenas fuentes de información, si las hubiera, sino un buen bagaje de años transcurridos y memoria, meramente.
"Observo y descubro a diario la palabra oral y escrita como patovicas con el absoluto desconocimiento de su real contenido, para referirse a muchachos musculosos brotados de los gimnasios, listos a abrazar la profesión dudosa de guardias de corps.
"En realidad, en los 50, en los terrenos que van desde la ruta 26 hasta el Arroyo Escobar (Buenos Aires), don Víctor Casterán explotaba una granja llamada «Patos Viccas», donde en forma prolija y organizada criaba excelentes ejemplares de esas anátidas doble pechuga, publicitados por radio y en la gráfica como «Patos Viccas, doble pechuga y alimentados a leche», cual un pendón de calidad y salud.
Por esos años, muchos gimnastas seguidores de las recetas de Charles Atlas hipertrofiaban sus masas musculares exhibiéndolas en el balneario El Ancla, de Olivos, pasándose a apodarlos «patos viccas» por la figurativa doble pechuga y la láctea dieta alimentaria. Viccas, viene de Víctor Casterán apocopado."

Luis Julio Bertolini
Periodista

fuente: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1045119

Y así como esta persona asegura que se trataba de "patos doble pechuga", alimentados a leche en la granja de don Víctor Casterán, y por lo tanto "patos Vic-Cas", hay otros que afirman otras cosas:

(Los siguientes comentarios provienen de este link)

Señor Director:
"Ultimamente han cobrado notoriedad los patovicas. Lo que posiblemente pocos conozcan es el porqué de esta simbiosis entre los fornidos custodios y los apacibles plumíferos que huyen despavoridos al primer acoso.
"Hace unos 50 años, Punta del Este y yo éramos jóvenes. En la playa Brava había unas pocas carpas cerca del entonces llamado casino Miguez. Un día apareció en esa pequeña sociedad Myrko Tapavica, fisicoculturista que nos deleitaba haciendo bailar sus músculos y comiendo lechuga. Entre otras hazañas, se movía de su carpa al mar usando solamente sus brazos.
"Por aquella época, en Buenos Aires, don Víctor Casteras, productor de patos, hizo famosos los que llamo vic-cas, alimentados a leche.
"Tapavica, patavica, patovica, y así curiosamente se bautizó a estos forzudos. «Se non e vero...»."
Alberto J. B. Caprile


Se non è vero, è ben trovato! Y aún hay más:

Patovicas I

Señor Director:
"Motiva la presente la carta sobre patovicas (LA NACION, 23-5), en el que se ilustra sobre el origen de esa palabra y respecto de la cual quisiera brindar mi versión.
"Hace más de un siglo, don Vicente Casares, propietario de la estancia San Martín, en Cañuelas, poseía allí una variedad de patos muy robustos y de un andar muy particular. Ello dio origen a que la peonada bautizara a dichos patos con las primeras letras del nombre y apellido de su patrón (Vicas).
"Asimismo, quiero mencionar que Vicente Casares fue el fundador, en 1889, de la primera productora láctea del país, La Martona, quien industrializó el famoso dulce de leche. También fue el primer presidente del Banco Nación; presidente de la Lotería Nacional; diputado, senador, candidato a vicepresidente de la Nación y hermano de Marta Casares, madre de Adolfo Bioy Casares.
"En el partido de Cañuelas, una localidad lleva su nombre, porque además de ceder los terrenos al ferrocarril, fue integrante de la comisión constructora del tren que unía Barracas con Cañuelas, inaugurado en 1885."

Oscar Ismael González
Cañuelas (Bs. As.)

Patovicas (II)

Señor Director:
"El 3 del actual se publicó una carta sobre el origen de la palabra patovica. Agrego más información al respecto, que conozco gracias a Federico Jacobs, editor de la revista Maschwitz, que se distribuye en esa localidad y sus aledaños. Una de las casonas importantes de Ingeniero Maschwitz fue llamada por el vecindario «El Castillo». Su dueño era Víctor Casterán, y en los terrenos que se extienden desde la ruta 26 hasta el arroyo Escobar había instalado la granja Patos Viccas. Disponía allí de varias piletas en las que criaba, separados por edades, sus famosos patos «doble pechuga».
"La casa fue visitada por ilustres personalidades extranjeras que, por supuesto, eran convidados con platos preparados con esos patos tan especiales.
"Casterán, que además era dueño del famoso Tabarís, un clásico de la noche porteña de la época, tenía un restaurante ubicado cerca de lo que es hoy el ACA-Maschwitz, el Parador Viccas, que se incendió a principios de los años 60.
"Es de suponer que Viccas proviene de alguna familia que inició esa práctica de crianza de patos que Casterán hizo famosos. Y es muy probable que ése sea el origen de la palabra que hoy circula corrientemente."

Dr. Carlos E. D’Attellis
Capital

Patovicas
(fuente: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=506153)
Señor Director:
"Respecto de las cartas sobre el origen de la palabra patovica, quiero agradecer al señor González por su detalle sobre la actividad de mi abuelo, Vicente L. Casares. Tiene pequeños errores: Marta Casares no era su hermana, sino su hija. Tampoco recuerdo haber visto en la estancia ni patos, ni restos de un criadero.
"En cuanto a la carta del señor D´Attellis, está en lo cierto: existió una explotación agropecuaria dedicada a la cría de patos "pequineses", que son de porte erguido y con amplia pechuga, y algo tenía que ver con La Martona, por lo que se decía que "los patos eran alimentados con leche".
"Recuerdo que por los años 40 se paseaba por Playa Grande un fisicoculturista, que sacando pecho y luciendo su tórax y musculatura, caminaba por la costa. Algunos jóvenes de esa época lo bautizamos "patovica" por su andar, similar a los patos que criaba el señor Casterán."

Vicente L. Casares
Capital


Entonces, por los testimonios de estos señores, los físicoculturistas recibían el apodo de patovicas. Hoy, patovica también cobra otro significado. Se asocia inmediatamente con los guardias violentos de los salones de baile. Ir a este link.

A modo de conclusión, rescato lo siguiente:
Si el testimonio de Vicente L. Casares en la última carta es cierto, lo más probable es que el origen de la palabra "patovica" sea una derivación de "Patos Viccas".
Los "Patos Viccas", entonces, eran patos de doble pechuga, presuntamente alimentados a base de leche, y el señor Víctor Casterán criaba tales patos en una granja ubicada en los terrenos que van desde la ruta 26 hasta el Arroyo Escobar (Buenos Aires).
Nada tendrían que ver con el térmno "patovica" (al menos en Buenos Aires) los nombres de Vicente L. Casares ni de Myrko Tapavica.
Otra cosa que destaco es el siguiente párrafo de la carta de Vicente L. Casares:
"Recuerdo que por los años 40 se paseaba por Playa Grande un fisicoculturista, que sacando pecho y luciendo su tórax y musculatura, caminaba por la costa. Algunos jóvenes de esa época lo bautizamos "patovica" por su andar, similar a los patos que criaba el señor Casterán."

(continúa en la parte 4)

¡Ohhh!... ¡Los Patovicas! - (parte 2)

(Continuación de la parte 1)
La imaginación de los artistas de la época (años ´50) los representaba, más o menos, de la siguiente forma:


Vemos en el centro de la imagen a un auténtico Pato Viccas haciendo de las suyas, mientras que a la izquierda se encuentra el famosísimo Pato Lucas, o Daffy Duck, espécimen oriundo de Hollywood, CA. Comparando ambas siluetas comprendemos por qué el aspecto del patovica provocaba asombro.

Una pose...



...y un primer plano:

(Imágenes de "Muscle Tussle", cartoon que puede verse clickeando aquí)



(continúa en la parte 3)

¡Ohhh!... ¡Los Patovicas! - (parte 1)

Para inaugurar este blog, orientado a la cultura física y demás culturas,
¿de qué otra manera podría empezarse sino relatando cómo fue el origen del fisicoculturismo en la Argentina?
Y como en este país a los físicoculturistas se los apoda "Patovicas", me pareció bueno saber cómo surgió este término, a veces usado un poco despectivamente.
Precisamente para quitarle a la palabra "patovica" un poco de su carga negativa, empiezo esta historia un poco en broma (en las partes 1 y 2), y bastante en serio (a partir de la parte 3; hasta concluir en la parte 7). No es mi intención ofender a nadie con lo que digo, créanme, yo también soy físicoculturista. Cuando tenía 15 o 16 años de edad, mi papá me presentó una vez ante sus amigos diciendo "-Este es mi hijo. Es medio patovica..."; todavía me pregunto qué habrá querido decir. Yo, por mi parte, digo así:

En la provincia de Buenos Aires (Argentina), hubo una vez una raza de patos deportistas -y de esto hace ya más de cincuenta años- . Estos patos eran conocidos bajo el nombre de "Patos Viccas" o, sencillamente, "patovicas". Eran de aspecto atemorizante, y sin embargo muy mansitos. Parece ser que estos bichos tenían su hábitat natural en las playas de la localidad de Olivos, Partido de Vicente López. Ahí cerquita de la Quinta de Olivos donde ahora pasan el rato los pingüinos emperadores, pero esa es otra historia. Aunque, note Ud. qué curioso, estos pingüinos que acabo de nombrar conviven en armonía con otra variedad de patovicas, los patovicas salvajes (una variedad reciente, que no existía cincuenta y cinco años atrás).

La cuestión es que el origen de los patovicas era un misterio. Muchos los habían visto, y quienes no los habían visto sabían de su existencia por testimonios de un amigo o un vecino. Aún así, permanecía la incógnita: ¿de dónde rayos salieron estos patovicas?

(continúa en la parte 2)